Hacer lo contrario de lo que no da resultado

Esta crisis nos ha enseñado a poner en duda las ideas y consejos de expertos, de las llamadas agencias de calificación, de las asociaciones de empresarios. La corriente mayoritaria en todos estos ámbitos es que hay que reducir lo público a la mínima expresión. Esto incluye: reducir servicios propios del estado del bienestar, copago sanitario, reducir el número de funcionarios (incluidos médicos, enfermeras, maestros y profesores), bajar sus salarios, etc. Y estas ideas han arraigado en los politicos y en la sociedad general. Parece que nadie discute la necesidad de ser austero.

Pero, estas agencias y expertos no sirvieron para predecir ni para detener el desarrollo de la crisis, ni están sabiendo hacerla desaparecer. Las medidas de control de gasto (o de inversión) no sirven. Todo está descontrolado: la prima de riesgo, las bolsas, las subastas de deuda, el déficit (aunque el nuestro sea menor que el de Alemanía), y el paro. Los países que han adelgazado lo público y el gasto (o inversión) a la mínima expresión, como Grecia, siguen igual o peor.

En terapia familiar, los médicos de familia aplicamos, a veces, el "hacer lo contrario de lo que no da resultado". ¿Y si no fuera verdad que tenemos que ser austeros? ¿Y si tuviéramos que hacer lo contrario?.

Keynes fue un economista muy influyente en todo el mundo durante buena parte del siglo XX. En aquella época nadie ponía en duda el papel del Estado como reactivador de la economía nacional y mundial. Y ¿por qué ahora no?

Stiglitz, por cierto, Premio Nobel de Economía, visitó A Coruña hace unos días y ha hecho unas declaraciones que reiteran lo expresado por él, y otros prestigiosos economistas, en muchas ocasiones en los últimos meses: la austeridad nos llevará a más paro.

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